La pintura de finales del siglo XIX experimentó grandes cambios que en gran medida desembocarán en las vanguardias pictóricas del siglo XX. A partir de 1875 surgió este estilo que trataría de reflejar las impresiones del momento y la captación de la luz, el impresionismo. Las principales características del impresionismo son:
- La pintura impresionista presenta escenas urbanas y campestres. El mundo más representado va a ser el de ocio, en interiores (cabarets, cafés), y en los exteriores naturales usados como divertimento.
- Al pintar al aire libre, la transformación de los lugares y la luz implica una pincelada rápida.
- Se plasma el ambiente general más que detalles y menudencias.
- Las obras reproducen la percepción visual del autor en un momento determinado, la luz y el color real. Se centrarán en los efectos que produce la luz natural sobre los objetos y no en la representación exacta de sus formas.
- Los impresionistas eliminan los detalles minuciosos y sólo sugieren las formas empleando los colores primarios (azul, rojo, amarillo) y los complementarios (naranja, verde y violeta).
- Utilizan pinceladas sueltas, cortas, yuxtapuestas.