La caída del zar.
El detonante de la revolución fue el descontento generado por la participación de Rusia en la I Guerra Mundial. La revolución empezó en febrero con una huelga de metalúrgicos y obreros textiles en San Petersburgo. Se produjeron manifestaciones de mujeres pidiendo “paz y pan” y con gritos de “abajo la autocracia”. El zar no les dio importancia pues no era consciente de que en las tropas con las que contaba eran de reciente reclutamiento y de fidelidad dudosa.
Parte de las tropas enviadas a reprimir las manifestaciones se unió a la protesta. Se detuvo a los mandos militares. Al día siguiente, el gobierno del zar dimitió.
La revolución acababa de empezar y había que encauzarla. Habían surgido dos poderes: el “Comité Ejecutivo de la Duma”, integrado por diputados liberales, y, el “Soviet de Petrogado de los Obreros y los Soldados”, dominado por mencheviques y miembros del Partido Socialista Revolucionario (SR).
Una serie de negociaciones entre ambos poderes llevó a la formación de un gobierno provisional integrado por liberales y presidido por el príncipe Lvov. Este gobierno donde había una fuerte presencia de mencheviques tenía la intención de preparar a Rusia para una revolución liberal burguesa.
Nicolás II al ver que estaba solo abdicó en su hermano el gran duque Miguel, pero éste renunció de modo que en Rusia desaparecía la monarquía y se convertía en una República.
Los inicios del gobierno provisional.
El gobierno provisional del príncipe Lvov tenía como principal objetivo instaurar un régimen de tipo occidental. Pero su deseo de continuar en la guerra le restó prestigio y autoridad. Los disturbios sociales le debilitaron: los obreros se ponían en huelga y reclamaban la jornada de trabajo de 8 horas y la seguridad en el empleo. Los patronos respondieron con el cierre patronal. Los campesinos se apoderaron de provisiones, de tierras de grandes propiedades abandonadas.
En el ejército dominaban las deserciones.
En este clima político, se produce el regreso del exilio de Lenin. Líder del partido bolchevique criticó el apoyo de los soviets al gobierno provisional y reclamó “todo el poder para los soviets”: consideraba que la revolución debía superar la fase liberal-burguesa para convertirse en una revolución proletaria (socialista).
Poco a poco, el prestigio del gobierno provisional se iba debilitando tras las campañas que reivindicaban el final de la guerra y el reparto de tierras entre los campesinos. Una nueva derrota rusa frente a los alemanes desencadenó una manifestación en Petrogado. En ella se pedía la paz. Los bolcheviques aprovecharon el momento para hacerse con el poder. Pero no pudieron, fracasaron. La represión se endurece contra los bolcheviques. El príncipe Lvov dimitió y Kerenski formó un nuevo gobierno con liberales y socialistas moderados.
El gobierno de Kerenski
El nuevo gobierno prometió la celebración de elecciones en noviembre para una Asamblea Constituyente. Kerenski tuvo que enfrentarse a un doble problema político: desde la extrema derecha, la oposición del bloque contrarrevolucionario capitaneado por el general zarista Kornilov en septiembre intentó un golpe de Estado controlado por el levantamiento popular y por la acción de los soviets; desde la extrema izquierda, la presión de los bolcheviques y los soviets preparando el golpe de Estado que los llevaría al poder.